Todo lo que creía era una mentira. Todo excepto ella, la única persona a la que culpaba por todo.
MacKayla Simone era hermosa. Endemoniadamente sexy. También era la trampa.
Una noche.
Sexo que sacudió mi mundo.
Lo sacudió hasta sus mismísimos cimientos, porque de repente ella y yo aparecíamos en los titulares de todos los periódicos, en cada canal de noticias del país, y eso me lo costó todo.
Pero eso no era lo peor. Eso llegó cuando descubrí quién estaba detrás de la trampa. Ahí fue cuando comprendí lo que significaba ser destruido completamente.
No sé por qué fui tras MacKayla. Ella había sido un peón, igual que yo. Pero era lo único que podía hacer, lo único que me quedaba. Diablos, era lo único que evitaba que cayera en el abismo y nunca regresara a la luz.
Encontrarla. Encontrar a la chica que me había jodido. Encontrarla y hacerla pagar.
MacKayla
No sabía quién era Slater Vaughn, pero si lo hubiera sabido, no habría importado. No, cuando mi hermana estaba en problemas. Lo habría hecho de todas formas. No puedes juzgarme. Puedes llamarme puta. Pero de todas maneras lo habría hecho
.
Una noche, dijeron. Hazlo desearte, déjalo tenerte. El dinero más fácil del mundo solo por una noche de mi vida.
Solo que no fue una noche porque esa noche destruyó a Slater Vaughn, y él vino por mí. Me dijo que se lo debía, y, a decir verdad, lo hacía. Demonios, quizás durante esos años escondida, estuve esperando a que me encontrara. Para castigarme. Para hacerme pagar.
Quizás busqué su perdón todo este tiempo.
Pero ahora que me tenía, ¿cuán lejos llevaría este juego?
Slater Vaughn era un hombre destruido. No tenía nada más que perder. ¿Que evitaba que me llevase con él dentro de su oscuridad
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